viernes, 25 de mayo de 2012

Éramos nada y demasiado.

Es eso que se siente cuando te subes al tren y te das cuenta de que has dejado tu vida a la mitad. Que no puedes volver, pero que puedes bajarte en la prósima parada si supieras con certeza que alguién irá a buscarte. Que llevas la tarde sentada en ese bar de madera removiendo el mismo café. Que el mundo gira en tu contra, pero con ellas se hace más fácil. Es un martes convertido en domingo. Es el tiempo que pasa mientras ella espera que sus ojos coincidan. Fue un final que se convirtió en principio. Fue un principio que se preguntó lo que somos o de lo que nunca hemos llegado a ser. Tal vez solo busco una casualidad. O una vida que compartir. O mejor dicho, sólo espero una casualidad me cambie la vida. Sea lo que sea este texto sigue siendo para ti.

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