Estaba allí, en la curva de su hombro cuando el tirante resbalaba por ella, en la curva de su cuello cuando alzaba la barbilla, en sus pestañas cuando cerraba los ojos, en su boca cuando tenía los labios entreabiertos.Pero sobretodo estaba en su voz cuando gemía su nombre, se llamaba deseo, e hizo que él derrapase en sus curvas
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